Uno de los momentos más importantes durante la ceremonia eclesiástica es la entrega mutua de los anillos como parte del compromiso matrimonial de los Novios. Esta tradición data de unos dos mil años antes de Cristo, cuando en el antiguo Egipto el Novio le regalaba a su Novia un anillo como prueba de su amor. El anillo simbolizaba el carácter infinito de ese amor ya que su forma circular sugería un sentimiento que comenzaba y nunca acababa. Así mismo era elaborado en un metal precioso -inicialmente plata- para imprimirle ese carácter de solidez y perdurabilidad a la unión. Esta costumbre se extendió al mundo romano para permanecer hasta nuestro días, siendo las más practicada por parejas de diferentes religiones y culturas en el mundo entero, hasta el punto de convertirse en el símbolo por excelencia del matrimonio.